El jueves volvíamos con Jere del Jardín en remis. Como siempre. Con el remis de siempre. Con el remisero de siempre.
Llegamos. Bajo a Jere a la vereda mientras junto mi cartera, carpeta, mochi de Jere... En ESE momento, como al pasar veo un movimiento rápido y escucho un golpe sobre el auto.
Jere agarró una piedra de la vereda y la tiró contra el auto!
No sabía como reaccionar. Me moría de la vergüenza. Le pegué un grito, lo metí a los empujones a casa y lo dejé en su cuarto un rato largo. Me excusé con el señor del remis, santo varón que tiene nietos y comprende cosas que a una le cuesta entender.
Yo que sé, me descolocó.
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